![]() |
![]() se complace en presentar: |
||||||
|
Canadá, 1976
SEXO:
COMENTARIO:
Esto se refiere a las películas que descaradamente buscan explotar los temas más sucios y las situaciones más sórdidas con el único fin de ganar la mayor cantidad de dinero posible. La mayoría de los críticos profesionales, por llamarles de algún modo, ni siquiera conocen la existencia de este tipo de cine, aunque desde la invención del cinematógrafo ha sido uno de los más socorridos por productores sin escrúpulos. El cine de explotación no es un fenómeno privativo del primer mundo. De hecho, países como Hong Kong, la India, Turquía, Brasil y México se pueden enorgullecer de aportar una importante cantidad de cintas de este tipo año tras año. Entre los países desarrollados conocidos por producir (algunos dirían excretar) grandes cantidades de cine de explotación se cuentan Italia, Japón y por supuesto, Estados Unidos. El chiste del cine de explotación no es sólo el sexo y la violencia que los grandes estudios de Hollywood y los especialistas en cine de arte no se atreven a mostrar. La simple búsqueda de estas joyas, que frecuentemente son víctima de una pésima distribución dentro y fuera de sus países de origen, les da un atractivo que las comedias románticas estelarizadas por Tom Hanks nunca van a tener. Hay que aclarar que este aire de misterio provenía en gran parte de la forma en que estas obras fueron exhibidas originalmente. ![]() Entre los aficionados gringos al cine chatarra la calle 42 de Nueva York es un lugar que ya se ha vuelto legendario. A lo largo de esta calle se encontraba toda una serie de cines maltrechos que no hacían otra cosa que exhibir exploitation las 24 horas del día. La aventura comenzaba cuando el espectador brincaba a los borrachos que obstruían la entrada y penetraba al recinto, una lóbrega sala con suelo pegajoso, butacas destartaladas, ratas enormes y un penetrante olor a meados. A algunas parejas este ambiente les resultaba afrodisíaco y el aficionado se exponía a ser salpicado por los enamorados con fluidos de dudoso origen si no tenía cuidado al elegir su lugar. Una vez acomodado en su asiento el espectador compartía la experiencia de ver obras inmortales como Blackenstein o Make Them Die Slowly con un selecto público compuesto por ebrios e indigentes. Para los distribuidores la calle 42 era el sitio donde trataban de recuperar parte de lo invertido en películas que no se atrevían a estrenar en ningún otro lugar. Para los incondicionales del cine chatarra era el paraíso. Por supuesto que este tipo de locales, mal que les pese a los "expertos" en cine, han existido en todos lados desde que se inventó la cinematografía. Los aficionados al séptimo arte más jóvenes no tienen forma de saber que antes del surgimiento de cadenas como Cinemex hasta la película más cochambrosa se podía admirar en una pantalla gigantesca. Aunque la exhibición de películas chatarra culminó cuando yo era niño, todavía tuve la oportunidad de ver en un cine cosas como la versión cinematográfica de la caricatura japonesa Mazinger Z o las aventuras tridimensionales de Spacehunter. En estos días la magia del video le da al espectador la oportunidad de disfrutar de estas obras en la comodidad de su hogar, y aunque siguen siendo muy difíciles de encontrar, la atmósfera de los antiguos cines que siempre estaban al borde del derrumbe se ha perdido. Decía que Ilsa, la Tigresa de Siberia es un ejemplo perfecto de lo que se exhibía en estos cines, pero también viene siendo la definición de lo que en El Inframundo hemos bautizado como cine para machines. Mientras que un público compuesto por familias acabaría quemando la sala que se atreviera a exhibir las peripecias de Ilsa, con justa razón, los parroquianos de la calle 42, que eran todos hombres con excepción de alguna prostituta, sacarían al cácaro en hombros al finalizar la proyección de la cinta. Ilsa, la Tigresa de Siberia tiene dos grandes virtudes. La primera es incluir en su tiempo de proyección todo lo que un espectador con testosterona puede desear: encueradas, balazos, madrazos, sangre, explosiones y más encueradas. El segundo acierto de la película es hacer a un lado las escenas lacrimógenas y románticas. Ya sé que no he dicho gran cosa sobre el contenido de la película así que ahí les va una lista de lo que pueden esperar si consiguen este video: ![]()
En pocas palabras: no se la pierdan.
-Marco González Ambriz
¿No te latió? ¡Miéntamela! [email protected] |