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México-Guatemala, 1976
VIOLENCIA:
Ramiro (Noé Murayama), una especie de santón que cuenta con el apoyo del pueblo, acusa a la hija del gobernador (Yolanda Ochoa) de haber invocado a un grupo de demonios para que hagan su voluntad e insiste en que para salvar al pueblo la chica debe morir. El cura del lugar (Rubén Rojo) intenta convencer a los habitantes de que abandonen estas prácticas supersticiosas. Sólo la aparición del Látigo podrá impedir una tragedia.
COMENTARIO: La idea no era mala, en manos de un director con oficio podría haber resultado en una cinta con un ambiente delirante. Contando con buenas locaciones como la iglesia y la guarida de los demonios y buenas imágenes del fotógrafo Raúl Domínguez como aquella en la que el Látigo entra en una cueva llamado por la supuesta bruja o cuando los demonios pasean el cadáver en llamas de una de sus víctimas por las calles del pueblo, un director como Fernando Méndez o René Cardona podría haber logrado una buena mezcla de acción y misterio. Lamentablemente el director a cargo era Alfredo B. Crevenna, que lograba que hasta el guión más desaforado se convirtiera en una película rutinaria. Además hay una serie de deficiencias técnicas que hacen que la trama de El Látigo contra Satanás sea confusa y finalmente aburrida. Normalmente una edición deficiente o una iluminación desigual no me molestan. Hay muchas películas que son impecables desde el punto de vista técnico pero terriblemente aburridas y viceversa. El problema aquí es que en ciertos aspectos El Látigo contra Satanás supera a películas que se han vuelto legendarias por sus errores técnicos. Este es el caso de Plan 9 From Outer Space, del famoso Ed Wood, que incluye secuencias en las que se pasa del día a la noche sin razón alguna. Pues bien, esto se repite en El Látigo contra Satanás, pero a lo largo de toda la película. La edición es muy defectuosa. Se repiten constantemente tomas que ya se han visto con anterioridad, en las escenas de acción es imposible saber lo que está sucediendo y los stock shots del volcán parecen no tener nada que ver con el resto de la cinta. Otro problema son los extras. Cuando se supone que el personaje de Noé Murayama alebresta a los habitantes del pueblo al grado que se convierten en una turba enardecida dispuesta a linchar a Yolanda Ochoa, lo que se ve en pantalla es una treintena de campesinos apáticos con más ganas de irse a su casa que de ajusticiar a nadie. Cuando los aldeanos finalmente se hartan de los demonios y se les enfrentan muestran más entusiasmo, pero esto sucede hasta el final de la película. En cuanto a los seres sobrenaturales, los demonios son unos tipos barrigones con mallas de colores y máscaras de hule como las que se venden en cualquier mercado. Su única habilidad consiste en ser montoneros, ya que para atacar a los aldeanos se sirven de palos y antorchas. Hay escenas en que atacan en pleno día, que obviamente no contribuyen en nada a hacerlos más amenazantes, pero es imposible saber si esto es a propósito o si el camarógrafo se olvidó de tomar las medidas necesarias para lograr el efecto de noche americana. El resultado de estas fallas es que el ambiente de pesadilla que era necesario para que la historia funcionara nunca se da y todo se queda en una película de acción del montón. Podría pensarse que aun con estas carencias, El Látigo contra Satanás podría ser digna de verse si contara con un argumento ingenioso, pero éste no es el caso. Una vez que se establece la situación en los primeros 20 minutos ésta se repite con mínimas variantes a lo largo de los sesenta minutos restantes: Ramiro alebresta al resto de los habitantes para que ataquen a Yolanda, cuando están a punto de hacerlo o cuando son atacados por los demonios, aparece El Látigo y los pone a todos en su lugar. Aunque en cierto momento El Látigo rescata a Ramiro y en otra ocasión parece que el héroe ha sufrido un terrible accidente, nada de esto tiene ninguna consecuencia y lo que se podría haber resuelto en media hora se alarga durante casi noventa minutos. Cuando El Látigo finalmente resuelve el misterio, el espectador hace mucho tiempo que adivinó quién es el verdadero culpable de lo que está pasando. Lo único curioso del final es ver cómo todos se quedan muy contentos y sonrientes y a nadie parece importarle que estén a una corta distancia de un volcán en erupción. Recuerdo que el tercer episodio de la serie, El Látigo contra las Momias Asesinas, es más divertido, pero ya tiene varios años que lo vi.
-Marco González Ambriz
¿No te latió? ¡Miéntamela! [email protected] Imagen cortesía de Santo and Friends, bonita página dedicada al cine de luchadores. D.R. @ 2001 Marco González Ambriz. Para reproducir cualquiera de los textos aquí incluidos pedir permiso a [email protected] |