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![]() (The Collectors)
Candá-EU, 1999
SEXO: ![]()
ARGUMENTO:
COMENTARIO: Estos desperdicios de celuloide se caracterizan por tener escenografías de cartón, actuaciones infames, guiones escritos por retrasados mentales y por ser el equivalente fílmico de recibir una patada en los huevos. La razón de que esta basura se siga maquilando es que el mercado es tan amplio que muchas veces a los productores les basta con colocar sus películas en los sectores antes mencionados para recuperar su inversión. A fin de cuentas, el pagano es el incauto que renta el video con la esperanza de obtener un rato de esparcimiento. Negocios Sucios es uno de esos casos. Los veteranos del cine chatarra sabemos que hay una serie de síntomas que advierten de la posibilidad de que una película pertenezca a la categoría antes descrita. Los nombres de directores y productores como Al Adamson, Albert Pyun, Dino De Laurentiis, Andrea Bianchi, Menahem Golan y varios más en los créditos son una señal inequívoca de que el resto de la película va a ser insoportable. A estos integrantes de la historia de la infamia cinematográfica se le puede añadir el del realizador canadiense Sidney J. Furie. Si no lo ubican, ahí les va una pista: se trata del tipo responsable de filmar Superman IV: The Quest For Peace, una de las cintas de superhéroes más ridículas de las que se tenga memoria, lo que ya es mucho decir. ![]() Otro síntoma es cuando los realizadores se fusilan descaradamente alguna superproducción hollywoodense y ni siquiera tratan de disimularlo. Negocios Sucios es una copia de Pulp Fiction, pero sin gracia, sin talento y sin Quentin Tarantino para escribir el guión. Todo parece indicar que los responsables del libreto estaban convencidos de que sus diálogos eran sumamente ingeniosos y divertidos. Por desgracia no hubo nadie que los sacara de su error. Se supone que los personajes son excéntricos y que la trama es inesperada, pero la realidad es que todo es tan estúpido que uno acaba por desentenderse de lo que está ocurriendo en la película. Después de media hora de soportar puras pendejadas, mejor me puse a hojear una revista mientras Negocios Sucios llegaba a su fin. Si la vi hasta el final fue solamente por morbo. El colmo es que todo transcurre en burdeles y giros negros y las encueradas brillan por su ausencia. Es como para poner una queja en la Profeco o en Derechos Humanos. El pésimo trabajo del director Furie y de los guionistas Robert Anton y David Penotti tiene su complemento con las actuaciones inenarrables de todo el elenco. El único que medio se salva es Rick Fox, en el papel que Samuel L. Jackson hizo en Pulp Fiction. Interpretando a la versión piñata de John Travolta tenemos a Casper Van Dien. Normalmente los actores que se dedican al cine chatarra se dan a conocer en alguna película o serie de televisión más o menos exitosa y de ahí pasan a trabajar en producciones de la más baja calaña con tal de sobrevivir. Casper Van Dien es una excepción a esta regla. Empezó su carrera en Starship Troopers, que pese a su presupuesto millonario era una película de serie B en toda la línea, y está destinado a permanecer en este mundo por el resto de su vida. Está cortado con la misma tijera que tipos como Olivier Gruner o Dolph Lundgren en el sentido de que no necesita actuar, con dar el tipo del personaje le basta. La galana de la película es Catherine Oxenberg, quien tiene el gran mérito de ser la esposa de Casper Van Dien. Ya se imaginarán cómo actúa. La interpretación más destacada, pero por lo mala, es la que nos ofrece Charlene Francique en el papel de Lyla. Estoy tan acostumbrado a ver cómo los actores negros hacer quedar mal a sus colegas blancos en producciones de todos los niveles que realmente me impresionó la asquerosa actuación de la tal Charlene. Dice todos sus diálogos como si estuviera drogada, no muestra ninguna emoción a lo largo de la película y junto a ella hasta Casper Van Dien parece buen actor. Por lo general, son las güeras las que tienen la oportunidad de salir a cuadro únicamente por su físico, pero como el racismo afortunadamente ya es cosa del pasado ahora tenemos la oportunidad de ver en pantalla a negritas como Charlene Francique sólo por ser atractivas. Técnicamente, la fotografía es lo único bueno de la película. Parece que la editaron a machetazos y las escenas de acción son muy aburridas. Lo que no tiene madre es la música, que es incesante, inapropiada y más fea que una puta de 10 varos. Es como una rola de Di Blasio pero de 90 minutos de duración. Si a pesar de todo lo que he dicho insisten en verla, les recomiendo que lo hagan a solas. Cuando termine la proyección van a tener tantas ganas de desquitarse con alguien que si están acompañados lo más probable es que acaben en la delegación.
- Marco González Ambriz
31 de julio de 2002 ¿No te latió? ¡Miéntamela! [email protected]
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