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México, 1997
VIOLENCIA:
ARGUMENTO:
COMENTARIO:
Desde finales de los 70 y hasta la fecha, esto cambió por completo. El cine de acción pasó de ser esporádico a volverse imprescindible en las pantallas de los cines y más tarde, gracias a la magia del video, de la televisión. Mario Almada se convirtió en uno de los actores más emblemáticos del cine mexicano de las últimas décadas gracias a esto, aunque los intelectuales se nieguen a reconocerlo. Para los productores el atractivo puede resumirse en lo económico que resulta filmar en locaciones, sin tener que echar mano de vestuarios o escenografías extravagantes y con el único requisito de tener un montón de extras dispuestos a dejarse matar con estopines. Al hacer la versión autóctona del cine de acción gringo se pasaron por alto algunos elementos que en otros países suelen considerarse indispensables. El principal de éstos es que al filmar historias que involucren policías y criminales se debe por lo menos hacer algo que se aproxime a la realidad de los bajos fondos. En cambio, en las producciones mexicanas abundan los policías incorruptibles y las bandas de criminales que operan de una forma que en la vida real los tendría tras las rejas en muy poco tiempo. Las razones de que las películas mexicanas de acción muchas veces parezcan de ciencia ficción no son muy claras. Ninguno de los expertos en cine mexicano ha querido dar su opinión sobre este tipo de producciones. Es más, la única manera de saber si alguna de estas vale la pena es viéndolas. Se me ocurren varias posibles explicaciones de esta característica del cine nacional de balazos y crímenes. Una es la censura, las contadas películas que se han atrevido a denunciar hechos concretos de corrupción como Masacre en el Río Tula han sido relegadas a cines y horarios en los que han pasado desapercibidas. Otra es la influencia de las series gringas de policías y ladrones transmitidas por televisión. Es probable que los realizadores de las versiones mexicanas hayan preferido calcar estos modelos a tener que inventar algo más apegado a la realidad del país. Finalmente, es muy probable que los responsables de estas obras hayan preferido explotar el lado espectacular del género y no las implicaciones sociales que puede tener. Todas las características que acabo de mencionar están presentes en Tormenta de Muerte, con algunos elementos curiosos que le dan cierto interés a este videohome. En teoría la historia tiene mucho que ver con la ola de violencia que azota a ciudades como el D.F. y la forma en que esto afecta a sus habitantes y a los encargados de resguardar el orden. Desde un principio aparece un reportero comentando la forma en que un asesino solitario está acabando con las bandas criminales que operan en la ciudad y también aparecen la pareja de detectives interpretados por Gerardo Vigil y Gilberto de Anda como los encargados de encontrar al responsable. El problema es que todo esto parece que está sucediendo en una especie de vacío. En ningún momento es creíble que la población esté aterrada por los sucesos, y no lo es porque la única forma en que se ilustra esto es con imágenes del mismo reportero apareciendo en diferentes escenas a lo largo de la película. Por su parte, los policías en ningún momento comentan lo que sucede con alguien que no esté involucrado con el caso. De hecho, nunca nos enteramos si estos dos agentes tienen familia.
Además de no estar muy bien ubicada en el D.F., aunque es evidente que se grabó en locación,
Tormenta de Muerte se caracteriza por tener agentes investigadores con poderes mentales
estilo Kaliman, mismos que utilizan para resolver los
casos. Un diálogo típico es más o menos así: Esto es muy común en el cine mexicano. En lugar de peritos ocupados en examinar la evidencia de cada hecho delictivo, lo que se ve en este tipo de películas es que los policías llegan a la escena del crimen, le echan un vistazo a la víctima que está cubierta con una sábana y dicen cosas como: "Esto reduce la lista de sospechosos a siete" ¿Cómo lo saben? Misterio. Todos sabemos que los policías mexicanos no se caracterizan por ser muy eficientes, pero los de las películas hacen lo que ningún agente en su sano juicio haría. En lugar de recabar pistas o interrogar sospechosos se dedican a adivinar el siguiente paso de los criminales. Lo más notable es que siempre le atinan. El Vigilante también es todo un caso. Una de las cosas más interesantes de Tormenta de Muerte es que retoma una idea que ya se había explotado en películas gringas como Blind Fury y en la serie japonesa Zatoichi. Lo del invidente que a pesar de su discapacidad es un temible asesino puede resultar entretenido, por lo menos para ver cómo se las ingenia para exterminar a sus enemigos. Sin embargo, los responsables de Tormenta de Muerte dejaron pasar esta oportunidad dotando a este personaje con unos lentes, supuestamente con tecnología de punta, que le permiten ver a dicho personaje. No estoy contando el final de la película, desde la primera escena es obvio que el Vigilante es en realidad el personaje interpretado por Sebastián Ligarde. Lo malo es que los sofisticados lentes se ven tan baratos que parece que el Vigilante los compró en un tianguis. Otra peculiaridad del Vigilante es que las escenas de acción en que participa son poco espectaculares. En una, penetra en el hogar de un experto en artes marciales (Miguel Gurza, que alguna vez interpretara a Chanoc) que está acompañado por sus estudiantes y lo elimina con una facilidad asombrosa. También cuando masacra a capos de la mafia y a delincuentes juveniles lo hace sin tener que esforzarse. Entre los criminales que extermina se encuentran tratantes de blancas, asaltantes y hasta polleros, y si no acaba con todos los criminales de la ciudad es porque la película solamente dura hora y media. Por supuesto que en cierto momento de la trama se descubre que hay alguien detrás de este vengador anónimo y entre los detectives, la sargento Méndez y el Vigilante se llega a un desenlace bastante ilógico, pero que sirve para que el video sea más o menos entretenido. Eso sí, a los actores hay que reconocerles que se tomaron en serio su trabajo. Si no fuera por Ligarde, Salvador Pineda o actores secundarios como Carlos Cardán el resultado sería bastante aburrido. Además hay que admitir que los realizadores incluyeron algunos chistes para hacer más ligera la película, como dándose cuenta que querer competir con las producciones gringas con recursos tan limitados es casi imposible. A Tormenta de Muerte y otras cintas de su tipo más bien hay que compararlas con las series de acción gringas que pasan en la tele. No son profundas, ni muy impactantes, pero sirven para pasar el rato.
-Marco González Ambriz
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