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![]() Uno de los efectos secundarios menos conocidos de la administración salinista, pero no por eso menos lamentable, fue la desaparición de los canales de distribución estatales (Películas Nacionales y Compañía Operadora de Teatros, entre otros) que garantizaban el paso por la cartelera del cine popular hecho en México. A partir de entonces, los productores privados no tuvieron más alternativa que recurrir a medios emergentes de distribución, específicamente el creciente mercado del video. Lejos de ser un fenómeno exclusivo de nuestro país, esto es algo que ha sucedido en casi todo el mundo. El cine de bajo presupuesto, ante la voracidad de los estudios hollywoodenses, se ha visto obligado a emigrar de los autocinemas y los cines piojito a los videoclubs y los canales de cable. Mientras los intelectuales se apresuraban a festejar la muerte de los géneros de narcos y de ficheras, los más de 400 estrenos anuales en el formato que por alguna razón se llegó a conocer como "videohome" demostraban que el cine popular mexicano era un cadáver lleno de vida. El número de títulos anuales ha sufrido altibajos, como es de esperarse en cualquier industria sujeta a la oferta y la demanda. Sin embargo, un amplio sector del público, no conforme con las mafufadas del nuevo cine mexicano, ha permitido que luminarias como Mario Almada, Jorge Reynoso, Lina Santos, Alfonso Zayas, Edna Bolkan, Agustín Bernal, Patricia Rivera, Guillermo Quintanilla, Vicky Palacios y muchas más, acumulen créditos de manera incesante. De igual manera, el auge del videohome ha permitido el debut de una enorme cantidad de realizadores (Aurora Martínez, Raymundo Calixto, José Luis Vera) que trabajan al lado de veteranos del cine ochentero (Christian González, El Güero Castro). Filmando en 16mm, con presupuestos que oscilan entre los diez mil y los treinta mil dólares y con tan sólo dos semanas de rodaje, estos directores han sabido aprovechar la misma clandestinidad del videohome para abordar temas como el narco, los crímenes políticos y la corrupción que impera en las altas esferas del gobierno. La relación simbiótica del cine nacional con otras manifestaciones de la cultura popular también está presente en el videohome. Los narco-corridos, los albures, las teiboleras y el desmadre típicamente mexicano son algunos elementos empleados por los productores para lograr la aceptación del público. El oportunismo congénito de todo el cine de bajo presupuesto también ha significado que se tenga que recurrir a títulos tan folclóricos como A Punta de Chingadazos, De Mi Rancho a Zurrancho y 100% Cabrón con tal de llamar la atención del respetable. A pesar de la falta de recursos, de promoción y muchas veces de talento, el videohome debe su éxito a un hecho innegable: en este país los nacos somos mayoría.
- Marco González Ambriz
MARCO GONZALEZ AMBRIZ
VIDEOHOME: EL AUTENTICO CINE MEXICANO ¿No te latió? ¡Miéntamela! [email protected]
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