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México, 1987
SEXO:
Cuando todo parece ser miel sobre hojuelas para el afortunado José Luis, su gozo se va al pozo cuando los persignados vecinos, Honorato y Jovita Ballesteros (Sergio Ramos y María Luisa Alcalá) consideran la presencia de un burdel frente a su residencia como algo inadmisible y lo llevan a juicio.
COMENTARIO: Desafortunadamente, Duro y Parejo en la Casita del Pecado queda como una más de las sexicomedias de este período. Esto tiene mucho que ver con las expectativas que genera una película que cuenta con uno de los mejores títulos de la historia del cine mexicano y con un grupo de actores que en otras producciones ocupara papeles protagónicos, de forma por demás merecida. Empecemos por el elenco. Entre todos los arriba mencionados destacan dos interpretaciones: la primera es la de César Bono, quien hace con gran acierto un doble papel como el mañoso Chato y nada menos que como Lucifer, cuando éste se le aparece en varias ocasiones a José Luis para convencerlo de dar su bracito a torcer ("Es más divertido que Disneylandia"); la otra actuación memorable corre a cargo de Sergio Ramos, quien no desperdicia la oportunidad de interpretar a un hipócrita licenciado que se alburea solo, y que empieza diciéndole a Polo Polo hasta de lo que se va a morir ("almorrana capitalista") sólo para acabar cediendo ante los encantos de las chicas ("creo que voy a escribir a máquina, casi siempre me voy a pura mano"). Entre las chicas del burdel están la cubana Sonia (Yirah Aparicio), la norteña Irene (María Cardinal), la jarocha Suzy (Rosario Escobar), la yucateca Carmen (Alejandra Peniche) y la agresiva Queta (Diana Ferreti). Con semejante colección de hembras el espectador está de acuerdo con Polo Polo cuando éste exclama: "esa es carne y no de la Conasupo". Sin embargo, las apariciones de estas actrices tampoco son lo que se podría esperar, por razones que detallaré más adelante. Polo Polo no lo hace mal en el papel del casto y puro José Luis, pero tampoco parece tener muchas oportunidades de divertirse más con su papel. El resto de los actores incluye a Oscar Fentanes interpretando a un jotito, Gerardo Zepeda como un padrote, Alejandra Meyer como una de las sexoservidoras a las que el Chato acude para desquintar al personaje de Polo Polo, Pepe Magaña y Charly Valentino como clientes del burdel y Pancho Muller como el juez que preside el caso de José Luis. El conocedor de las sexicomedias al enterarse de la gama de actores y los papeles que representan podría esperar noventa minutos realmente divertidos. Pero si bien Duro y Parejo en la Casita del Pecado es lo bastante entretenida para pasar el rato, tiene una característica que me impide recomendarla de forma más entusiasta. Esta consiste en que a pesar de que toda la trama de la película es un alegato a favor de la concupiscencia y la lujuria, la forma en que está filmada la hace parecer como una oda a la frustración. Desde que la colegiala y su santa madre aparecen en casa del tímido José Luis con la firme intención de que éste les de por su culpa, pasando por la secuencia en que César Bono lo lleva a un congal donde no logra perder, hasta la escena en el burdel donde sus cinco pupilas tratan de metérsele en la cama sin lograrlo, la historia se centra en la frustración del provinciano, que admite que sí le dan ganas pero se las aguanta. Hasta aquí todo va bien, pero cuando llega el momento en que José Luis finalmente se suelta el pelo y se las deja sentir a las cinco chicas a su servicio, ganándose el mote de El Incapaz, esto se muestra en fugaces escenas, que están filmadas de cualquier manera, y que más que un desfogue son el equivalente fílmico de un coitus interruptus. Ni siquiera cuando José Luis transforma el alicaído burdel en un exitoso negocio la cosa se endereza. El humor de estas escenas se deriva también de la frustración de los clientes, que no se muestran satisfechos con ninguna de las pupilas del lugar y acaban recurriendo a una muñeca inflable (Charly Valentino) o que gritan y pegan de brincos pensando que finalmente van a mojar la brocha (Pepe Magaña). Todo esto, igual que las escenas en que José Luis deja patizambas a las chicas, sólo se platica y no se muestra. Es como ver una porno donde los participantes apagan la luz antes de cogerse cariño. Al final la situación del guionista Fernando Galiana y del director Jesús Fragoso es más parecida a la de la pareja conformada por Jovita y Honorato Ballesteros, que se excitan con lo que ven desde su casa pero no se atreven a unirse a la algarabía. A pesar de la mala reputación que tienen las sexicomedias, la mayoría son más recatadas que Santa Lucero Teletón, patrona de los niños discapacitados. Todo esto viene a demostrar que el erotismo es algo prácticamente inexistente en el cine mexicano. Con la excepción de algunas cintas de Isela Vega no hay casi nada que pueda provocarle a uno malos pensamientos en las más de 5,000 películas mexicanas realizadas hasta la fecha. Esta escasez ha provocado que algunos bromistas mencionen a La Tarea como la más destacada película erótica hecha en México. Como si alguien se pudiera emocionar viendo las lonjas de María Rojo. Hace unos cuantos años me tocó presenciar como un señor llegó a rentar La Tarea muriéndose de pena porque era "porno". Pobre pendejo. Me dieron ganas de regalarle un video XXX de verdad para que en lugar de tener que contentarse con pellejos se deleitara admirando los cuerpecitos de Christy Canyon y Traci Lords. Inclusive las películas porno nacionales todavía son escasas, aunque estas producciones son con toda seguridad más fáciles de hacer que una película de acción o de terror. Una porno es de realización más sencilla incluso que los abortos de Lars Von Trier, patético director que en los últimos años ha encabezado el movimiento Dogma, que no es otra cosa que una runfla de dizque artistas orgullosos de su falta de imaginación. Si comparamos la raquítica producción XXX autóctona, que incluye títulos como Traficantes de Sexo, Las Profesoras del Amor, Liliana y Lorena y algún otro, con lo que se produce en el resto del mundo, alrededor de 10,000 (sí, leyo usted bien: diez mil) videos cada año, nos daremos cuenta que a los mexicanos eso del sexo, por lo menos en el cine, nomás no se nos da. Todo esto de la pornografía y el erotismo (y si alguien entiende en qué consiste la diferencia entre erótico y pornográfico, que me mande un mail por favor) es para decir que Duro y Parejo en la Casita del Pecado parece una oportunidad desperdiciada de realizar una cinta realmente erótica. No es que sea mala, pero podría haber sido mucho mejor. Para los que se hayan quedado con las ganas de ver más de las actrices del elenco les recomiendo que mejor busquen otras películas de sus respectivas filmografías. A los que quieran ver más de Yirah Aparicio, por ejemplo, les recomiendo La Negra Tomasa. A los amantes de la buena música les encantará saber que Chico Che y la Crisis interpretan tres de sus gustados temas: "Ahí Viene Chico", "Uy Que Miedo" y "Chido Chido".
- Marco González Ambriz,
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