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Estados Unidos, 1980
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ARGUMENTO: A esto se añade una serie de misteriosas desapariciones que algunos habitantes, entre ellos un solitario indio, piensan que pueden haber sido provocadas por los experimentos realizados por la compañía dueña de la procesadora. Cuando los humanoides del título comienzan a atacar a la población los científicos contratados por la empresa se ven obligados a admitir que las criaturas son el resultado de mezclar el material genético de los salmones con el de otras especies.
COMENTARIO:
Como pueden ver se trata del típico argumento de las películas de los 50 y 60 donde una caterva de monstruos radioactivos amenazaban la vida tal como la conocemos mezclado con el subgénero de los desastres ecológicos y acuáticos al estilo de Piraña y Tiburón. Como tal Humanoides del Abismo puede ser ubicada como un sólido ejemplo de por qué las décadas de los 70 y 80 fueron la época dorada del cine de terror. Aunque no faltan los nuevos que creen que las mejores películas de miedo son Scream y The Blair Witch Project y que nunca han visto verdaderos clásicos como Suspiria, Las Colinas del Terror (The Hills Have Eyes) o Cuerpos Invadidos (Videodrome). Estos son los mismos neófitos que suponen que la mejor película de artes marciales es El Tigre y el Dragón sin siquiera haber visto ni una méndiga película de Angela Mao o los Venoms. Humanoides del Abismo tiene una característica que le ha ganado una muy mala fama entre los aficionados al terror, ya que es en esta obra donde finalmente se revela la razón por la que los monstruos y los extraterrestres siempre andaban raptando mujeres terrícolas. El misterioso factor resulta ser: dolor de huevos. ![]() Así es, mis niños, lo que el puritanismo de los 50 no nos permitía ver sale a la luz gracias al legendario productor de cine chatarra, Roger Corman, quien casualmente es el feliz poseedor de los huevos más azules de Hollywood. En escenas de pésimo gusto se muestra con lujo de detalles como los dichosos humanoides le echan montón a las infortunadas mujeres que caen en sus garras. Seguramente las feminazis pegarán el grito en el cielo al presenciar estas secuencias. En lo personal, la idea de unos mutantes amfibios refocilándose con hembras humanas me parece demasiado ridícula para ser tomada en serio. Al parecer, la directora más tarde declaró que el responsable de estas escenas fue precisamente Corman. Tendremos que esperar a que se transmita The E! True Hollywood Story: Humanoids from the Deep para saber la verdad. Mientras eso sucede, podemos solazarnos con otro de los elementos que algunos críticos odian de esta película: sus secuencias de extrema violencia. En las películas "clásicas" de terror y ciencia ficción de los 50 la mayoría de las escenas eran de los personajes discutiendo sobre las implicaciones morales y filosóficas de los monstruos. Casi toda la duración de estas obras se iba en diálogos entre el reportero, el científico y el militar, que eran los personajes que no podían faltar en este tipo de historias, exponiendo sus puntos de vista sobre si la criatura en cuestión debía ser aniquilada o preservada para su estudio. Algunos críticos ingenuos piensan que esto se debe a que los productores de aquella época se preocupaban más por el mensaje que transmitían que por montar un simple espectáculo. En realidad, la falta de acción de esos "clásicos" es porque el presupuesto no lo permitía. Es más barato filmar escenas de diálogo que acción trepidante. ![]() A propósito de acción trepidante, a lo largo de la cinta que nos ocupa las escenas de balazos, peleas, monstruos cachondos, explosiones, mutilaciones, violaciones tumultuarias y chorros de sangre apenas se interrumpen para dar paso al argumento. Esto es algo que en las películas viejitas del género era imposible. Estamos hablando de una época en la que ni siquiera se usaban los famosos estopines. Cuando a un personaje le daban un balazo, el actor se agarraba la panza como le estuviera dando un retortijón y luego se caía al piso. En cambio, en Humanoides del Abismo no se escatima en recursos para mostrar cuerpos mutilados, sesos esparcidos en el suelo y otras muestras de violencia, uno de los aspectos más criticados del cine de terror de los 80 pero que es precisamente uno de los principales factores para que esta época fuera la mejor para el género del horror. Los efectos fueron realizados por Rob Bottin, el que hizo los de uno de los mayores clásicos del cine de ciencia ficción, La Cosa de Otro Mundo (The Thing) y aunque aquí no contó con el mismo presupuesto, los resultados son muy dignos. Los trajes de los humanoides son lo bastante buenos como para no tener que ocultarlos hasta los últimos 5 minutos, como sucedía en las cintas dizque clásicas del género, y que también era consecuencia de la falta de fondos. Aunque los fanáticos de Stanislavski no estarán de acuerdo conmigo, las actuaciones son bastante buenas, sobre todo si tomamos en cuenta que en este tipo de producciones un buen actor es aquel que logra decir sus parlamentos sin que le gane la risa. Con actores que eran especialistas en este tipo de producciones, como Doug McClure y Vic Morrow, el buen nivel actoral está asegurado, aunque sea lo de menos. Lo importante es que al igual que Ilsa, la Tigresa de Siberia, esta producción del siempre confiable Roger Corman es otro buen ejemplo del cine para hombres, es decir, películas que cumplen con todos los requisitos para satisfacer a los espectadores con algo de testosterona en su organismo: sangre, destrucción, mujeres con muchas curvas y poca ropa y un argumento que no es más que un pretexto para mostrar este tipo de cosas. Pero lo que más me gusta de Humanoides del Abismo es que a Martha Lamas le dió chorrillo cuando la fue a ver. Se non è vero, è ben trovato.
-Marco González Ambriz
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