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UN VAMPIRO SUELTO EN NUEVA YORK
(Vampire in Brooklyn)

Estados Unidos, 1995
Elenco:
Eddie Murphy, Angela Bassett, Kadeem Hardison, Allen Payne, Zakes Mokae, Joanna Cassidy, John Witherspoon
Director: Wes Craven

SEXO:
VIOLENCIA:

ARGUMENTO:
El vampiro Maximilian (Eddie Murphy), el último de su especie, viaja del Caribe a Nueva York en busca de una chica que sin saberlo (Angela Bassett) es la hija de un vampiro. Maximilian necesita encontrarla antes de que pase cierto tiempo antes de que sea demasiado tarde. Al llegar a Brooklyn toma como ayudante a Julius Jones (Kadeem Hardison), que le sirve como ayudante, y se enfrenta al policía Justice (Allen Payne) quien resulta estar enamorado de la chica.

COMENTARIO:
Un Vampiro Suelto en Nueva York es lo más parecido a una película hollywoodense que aparecerá en este sitio. Hay varias razones para incluirla: el director, Wes Craven, es el responsable de varios clásicos del terror como Pesadilla en la Calle del Infierno y Las Colinas del Terror, la idea de una comedia de vampiros ha sido muy frecuentada por el cine chatarra (por ejemplo, Curados de Espantos) y el hecho de que el protagonista sea Eddie Murphy es un buen pretexto para hablar del cine hecho por y para negros, un tema que normalmente se menciona muy poco fuera de Estados Unidos.

El director Wes Craven, después de iniciar su carrera con excelentes cintas como la brutal Last House on the Left y la primera aparición en pantalla de Freddy Krueger, para mediados de los 90 había caído en un bache en el que la decadencia del género del horror parecía condenarlo a permanecer. Los críticos que se apresuraron a anunciar que su carrera estaba acabada tuvieron que tragarse sus palabras cuando este director resurgió con Scream. A estos señores se les olvidó que ya antes Craven había perpetrado verdaderas porquerías como Deadly Friend (1986) y Shocker (1989) impunemente.

Eddie Murphy se encontraba en una situación similar a la de Craven, con todos los que presumen de expertos jurando que su mejor época ya había pasado sin esperar que volviera a colocarse en los cuernos de la luna con una nueva versión de El Profesor Chiflado. Tras llegar al estrellato adaptando el tradicional y muy corrosivo sentido del humor del ghetto para un público más amplio (y más blanco) en 48 Horas y Un Detective Suelto en Hollywood, Murphy no encontró la manera de prolongar su éxito en taquilla.

La unión entre el director y el comediante parecía que ni mandada a hacer para darle un muy necesitado segundo aire a ambos, pero Un Vampiro Suelto en Nueva York más bien parecía confirmar que ya era hora que estos dos pensaran en el retiro.

El principal problema es que pareciera que tanto el director como el actor, que también fungió como guionista. tomaron la decisión de colaborar en una comedia de vampiros más con la idea de irse a la segura que de correr riesgos. Lo que había caracterizado el trabajo de ambos en un principio había sido su disposición a abordar temas que para el gran público eran terra ignota.

En cambio, en Un Vampiro Suelto en Nueva York pareciera que ninguno de los dos estaba muy convencido con el proyecto, pero que Murphy pensó que el director podría aportar su maestría con la cámara para distraer al público y Craven por su parte creyó que la simpatía del comediante sería suficiente para darle interés al trillado argumento.

El guión es sin duda el principal defecto de la película. A estas alturas todos los cómicos habidos y por haber (Abbott y Costello, Capulina, Mel Brooks, Chatanuga, George Hamilton, etc.) ya han hecho su inevitable parodia de Drácula, se siguen filmando innumerables versiones porno (Dracula Sucks, Quel Desiderio Eterno y muchas más) donde los vampiros se dedican a chupar más que sangre y hasta Turquía (Dracula Istanbul´da), Tailandia (Dacura) y Hong Kong (la serie Mr. Vampire) han colaborado para agotar el género. Vaya, hay hasta una versión para sordos (Deafula) y por lo menos una gay (Love Bites).

Con todo esto en contra, para que Un Vampiro Suelto en Nueva York destacara necesitaría contar con un mínimo de originalidad. Tal vez Eddie Murphy y sus secuaces pensaron que presentar un vampiro de raza negra sería algo nuevo, pero se les olvidó que ya antes habían aparecido títulos como Blacula, Ganja and Hess y Def By Temptation.

Por si fuera poco, al escribir el libreto se tomó la decisión de seguir lo más fielmente posible el argumento de la novela de Bram Stoker, con lo que basta que uno haya visto cualquier película basada en este libro para saber exactamente todo lo que va a suceder a lo largo de la película. Tan es así que a media película Eddie Murphy empieza a hacer algo que luego lo llevaría de vuelta al estrellato en El Profesor Chiflado. En Un Vampiro Suelto en Nueva York su personaje usa sus poderes para adquirir la apariencia de un sacerdote y de un mafioso. Estas escenas parecen entrar con calzador en el resto de la cinta, pues sin ellas el resultado sería el mismo.

Entre lo bueno está la presencia de actores de verdad como Angela Bassett y Zakes Mokae, quien interpreta al Dr. Zeko, un émulo de Van Helsing, y que ya había colaborado con Wes Craven en La Serpiente y el Arcoiris. Hay chistes medianamente divertidos y los aspectos técnicos, de producción, fotografía, edición, escenografía, etc. son muy superiores a la gran mayoría de las películas de vampiros existentes, sin llegar a compararse con la versión que Francis Ford Coppola hizo de Drácula.

A fin de cuentas, lo que Un Vampiro Suelto en Nueva York parece confirmar es que hay géneros a los que los millones de dólares de los grandes estudios de Hollywood no les aportan nada. El cine de terror siempre ha sido obra de pequeñas compañías trabajando al margen de la maquinaria de los grandes estudios. En los 40 fue la Monogram, en los 60 Hammer y American International y en los 80 New Line y Cannon. Estas productoras le permitieron a directores como Tobe Hooper, David Cronenberg y al mismo Wes Craven crear clásicos del horror gracias a que la baja inversión podía recuperarse fácilmente. Los grandes estudios al necesitar recuperar cantidades mucho mayores lógicamente buscan atraer a un público más grande.

Es precisamente por esta razón que es inútil pedirle a Hollywood que produzca obras críticas e inteligentes, como hacen algunos intelectuales que al parecer no entienden nada de la industria del cine. Cuando estas compañías intentan hacer algo novedoso y experimental normalmente acaban echando a perder hasta géneros como el terror o la ciencia ficción, que con bajos presupuestos pueden producir obras dignas pero que en el momento en que se les exige que sean atractivas para el público más fresa dejan de ser divertidas y se transforman en una herramienta más de marketing, por más que sus publicistas nos quieran dorar la píldora.

Aunque la mona se vista de seda...

-Marco González Ambriz

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D.R. @ 2001 Marco González Ambriz. Para reproducir cualquiera de los textos aquí incluidos pedir permiso a [email protected]

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