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LA TEXANA MALDITA

México, 2001
Elenco:
Miguel Angel Rodríguez, Flavio Peniche, Roberto Montiel, Armando Zamarripa, Irene Arcila, Carlos Pérez, Jorge Ortín, Gibran González, Patricia Páramo, Susana Contreras Contreras, Verónica Montaño, Israel González, Norma Fuentes
Director: Christian González

SEXO:
VIOLENCIA:

ARGUMENTO:
Nosotros los Chemos Según la caja: "Todos saben que existen... Pero nadie quisiera encontrárselos... Viven en las cloacas, en el drenaje, en las coladeras y son chemos nada más para no acordarse de su realidad. Se drogan para olvidar y ya en este estado son capaces de robar, violar y matar con tal de conseguir cemento y activo para la banda. Una historia de una realidad que muchos no conocen, es una película de esos chavos que son explotados por ex-judiciales y a la vez utilizados por las autoridades para hacer ver su ley. Esta es una historia de denuncia. ¡La Neta!".

COMENTARIO:
Cuando comenté El Destazador mencioné algunos aspectos de la vida del director Christian González Morfín (no Monfin como dice el Diccionario de Directores del Cine Mexicano de Perla Ciuk). Para completar esa información ahí van los siguientes datos: González es originario de Veracruz, pero radica en el D.F. desde los 2 años. Empezó a filmar cortometrajes en Super 8 a los 18 años y es admirador de Dario Argento y Abel Ferrara. Creo que lo más notable es esto último. El gusto de Christian González por estos realizadores, famosos por explorar el lado más sórdido de la condición humana (chale, que mamón me estoy viendo), explica su gusto por la truculencia, mismo que ha explorado en cintas como Imperio de los Malditos, La Banda del Mochaorejas, la ya clásica La Cumbia Asesina (también conocida como Ritmo, Traición y Muerte) y el videohome que ahora nos ocupa: Nosotros los Chemos.

Los Chemos moneando

El guión, también escrito por González, retoma varios de los temas favoritos del realizador. La historia de cómo los vecinos de la Prolongación La Marranera (cualquier semejanza con La Colmena o Tultitlán es la mera neta) exigen a la delegada Dolores que haga algo para detener las tropelías de los Chemos, que se dedican a madrear rucas, vender activo afuera de las primarias y atracar en los micros, sin saber que las mismas autoridades son las que manejan a estos delincuentes, le sirve para mostrar la corrupción de los judiciales y la ineptitud de los funcionarios. Esto ya es tradicional en las obra del director, ya se sabe que si en una película sale un madrina aplicándole tehuacanazos a un sospechoso lo más seguro es que el responsable sea Christian González. Lo que resulta novedoso en Nosotros los Chemos son las referencias a la polaca en el D.F., con mención honorífica a la hipocresía del blanquiazul y el populismo del PRD, incluyendo a una delegada Dolores que es tocaya de la pendeja que se puso a cerrar giros negros.

... y cheleando.

Otro aspecto que resulta una grata sorpresa en el videohome y en la obra de González en particular es un muy atinado uso del humor negro. Por muy deprimente que sea lo que aparece en pantalla siempre se incluye diálogos o situaciones que sirven para aliviar la tensión, incluso cuando el director y guionista se burla de una víctima de la pornografía infantil. Es precisamente este uso del humor negro lo que distingue a Nosotros los Chemos de otros ejemplos del subgénero de las monas de a varo. Los niños-rata no son nada nuevo en el cine mexicano, digan lo que digan los productores de De la Calle, estos personajes ya habían aparecido en películas como Ratas de la Ciudad, Olor a Muerte y Chavos de la Calle, entre otras. La aportación de Nosotros los Chemos al género consiste en admitir que la miseria, el crimen y la drogadicción también pueden provocar risas.

Los Chemos vendiendo activo

Resulta evidente que esto no sería posible si el trabajo de los actores fuera defectuoso. Por fortuna la labor de los actores es muy buena. Irene Arcila como la delegada Dolores, Flavio Peniche como un reportero canadiense y Jorge Ortín como el líder de los microbuseros hacen un buen trabajo en sus respectivos papeles. Por su parte, Miguel Angel Rodríguez está genial interpretando a un judicial corrupto, huevón y cínico, que aprovecha cualquier oportunidad para cabulear a sus superiores. Ataviado con el típico uniforme de agente federal, que incluye cadenotas de oro, una corbata mal amarrada y una camisa de seda con manchas de mole, Rodríguez está fabuloso en un papel que le permite interpretar a un personaje menos solemne de los que normalmente le enjaretan los productores. Tal vez lo único que se le puede criticar a los actores es que están demasiado gorditos y chapeados para andar interpretando niños-rata. Por otro lado, difícilmente se podría encontrar un actor tan mugroso, jediondo y hambreado como los niños de la calle de la vida real. En las filas del teatro universitario hay muchos que dan el gatazo pero como son muy intensas está cabrón convencerlos de aparecer en un videohome como éste.

Irene Arcila y Miguel Angel Rodríguez

La falta de presupuesto, que por lo general es el coco de los videohomes, aquí resulta muy adecuada para representar las carencias de los personajes, tanto de los habitantes de la Prolongación La Marranera como de los mismos chemos. A pesar de que el cine mexicano nunca se ha caracterizado por su realismo, en Nosotros los Chemos las locaciones, los parlamentos y la fotografía son lo bastante apegados a la realidad para ser creíbles. Creo que el único detalle que hace falta para completar el cuadro es el inconfundible y nauseabundo olor que estos personajes y colonias tendrían si fueran reales. Aquí se podría aplicar la técnica que usó John Waters en Polyester y sacar esta película con rasca-huele, aunque esta situación se puede remediar buscando un perro muerto y depositándolo junto al televisor cuando llegue el momento de ver Nosotros los Chemos.

Nada más les aclaro a los malpensados que Christian González no es mi pariente (aunque tengamos el mismo apedillo) y que esto no es inserción pagada (sin albur).

- Marco González Ambriz,
4 de febrero de 2003

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(c) 2001-2003 Marco González Ambriz. Las imágenes correspondientes a las películas son propiedad de los productores de las mismas, se usan aquí con fines de comentario, análisis y chacota.